Moral Nacional y «Moralina» Doméstica – Arturo Jauretche

La historia se torna en ocasiones redundante. Cíclica, en exceso. No estudiarla conlleva el pecado de creernos testigos de lo inédito. Devenimos en constantes creadores de soluciones. Nuestros problemas, con sus causas y soluciones, suelen haber sido presente de un pasado distante. A veces no tan distante.

De nuestros intelectuales, Jauretche fue quizás el que mejores respuestas encontró en el momento de transcurrir los sucesos. Su descripción llana y detallada de los eventos parece nunca perder vigencia. Nuestra mente solamente debe armar el rompecabezas del presente con los sucesos que él nos explica en el pasado. De esa forma, no nos sentiremos tan solos, tan desesperados. O a lo mejor sí, pero menos ignorados.

Lo que sigue es una segunda entrega de extractos de textos de Don Arturo. Puede leerse sin leer la primera y sin abordar la próxima. Pero… qué pecado no hacerlo. En esta ocasión, el texto en cuestión es Moral nacional y “Moralina” doméstica que corresponde al capítulo número tres de Filo, contrafilo y punta, de las obras completas, volumen 10, de ediciones Corregidor.

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Cada vez que hay un escándalo y éste tiene gran difusión periodística, yo desconfío del objetivo del mismo. […] Destruir, por ejemplo, la fábrica Mercedes Benz para después comprar los ómnibus (que allí se debieron fabricar) en Brasil donde se mudó, y dar entrada en condiciones mucho más gravosas a treinta o cuarenta fábricas de automóviles, no provoca escándalo.

No provoca escándalo tampoco entregar todo el manejo de la producción rural argentina a los consorcios exportadores extranjeros. Se arma escándalo precisamente para tapar esto o para impedir aquello. […]

El escándalo ocurre cuando un criollo o turco o judío local se arma de unos pesos. Nos han enseñado que debemos imitar el ejemplo de los Rockefeller, de los Morgan, de los patentados anglosajones, que como se sabe empezaron vendiendo diarios, que parece es una condición indispensable para llegar a millonarios. Pero cuando algún enfermero, botellero, o cualquier clase de avivado criollo empieza a levantar cabeza, todo el mundo se indigna recordando que ha sido enfermero o botellero, y se pone a descubrir cómo hizo la plata y con qué ventaja. No se ponen a averiguar cómo la hicieron los Rockefeller y los Morgan, […]

[…] si hay gente que debe estar prevenida sobre el escándalo son los peronistas, y sobre todo sobre el escándalo movido por los grandes diarios. Pero todavía no han aprendido bastante y “entran” como cualquier hijo de vecino. […]

La moral puede ser un gran negocio. […]

Detrás del miedo al enriquecimiento, más o menos inmoral, de algún criollo, turco,  o judío o lo que sea, local, funcionan los grandes intereses destinados a impedir una política económica conveniente para el país, y cuya consecuencia fatal, inevitable casi, es la existencia de inmoralidades locales, que son el reflejo del desarrollo capitalista. […]

Desarrollar el país implica aceptar que los negociados se hagan aquí y que sus beneficiarios sean locales. Es la cuota de inmoralidad que se paga pero no implica que la inmoralidad no exista antes de esa prosperidad. Se trata de que es visible cuando los beneficiarios están a la vista, son personas de carne y hueso, que conocemos, y que el mecanismo de la inmoralidad internacional tiene interés que se pongan en evidencia.

[…] la gran inmoralidad vinculada a la expoliación del país pasa desapercibida, y nadie grita, por la inmoralidad de los tradicionales, y sobre todo cuando son extranjeros y tienen sus sedes en el exterior; nadie la percibe, y  el mecanismo de la publicidad está organizado para silenciarla.

Todo el mundo conoce a los políticos que viven del escándalo local. Es raro que griten contra esos mecanismos internacionales, pero son los mejores instrumentos para salirles al cruce a los competidores criollos. […].

No los critico, en su posición de fiscales, pero sí les exijo que levanten la puntería y en lugar de preocuparse del vecino del inquilinato que se ha comprado un traje nuevo, se preocupen de aquellos que siempre han usado traje nuevo, y que son los representantes del negocio de que ningún argentino pueda hacerse de un traje,[…].

Evidenciar el escándalo doméstico. Los pesos que gana, honradamente o no, cosa que en el comercio no es muy fácil de precisar, alguien, algún piojo resucitado, y que antes ganaba el mecanismo exterior de dominio de nuestra economía, o simplemente porque perturbaba la estructura organizada para impedirnos que comerciemos como le conviene al país.

El texto citado corresponde al año 1962. Cuando habla de políticos denunciadores es inevitable pensar en los Carrio que acusan y se pasean por la embajada norteamericana. En los grandes administradores de la timba financiera internacional que tiene actualmente sus representantes en los más altos escalafones del gobierno nacional. Cuando habla de la Mercedes Benz se me viene a la cabeza el acuerdo cerrado en estos días entre las fábricas Ford y Volswagen para compartir las plataformas de fabricación de sus vehículos convirtiendo en prescindible a gran parte de su personal.

Por un lado, la plena vigencia de Arturo genera dolor. Por otro, reconforta reconocer que las técnicas del enemigo se repiten y que sólo debemos aprender a combatirlas mejor. Aún no nos han vencido.

Este 13 de Noviembre, si la muerte tuviera la delicadeza de hacer excepciones, Jauretche cumpliría 119 años. La pucha… las cosas que sabría el viejo zorro.

Sergio Delbreil

Otra entrada jauretcheana: https://revistamarfil.com/2018/10/09/la-falsificacion-como-politica-de-la-historia-arturo-jauretche/

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